La cúpula policial, chocha.

La ley silenciosa que pone de pie y levanta los brazos caídos de una policía que estaba desanimada.Por Nacho Fittipaldi

Hace unos dos meses la legislatura bonaerense promulgó sin mayores repercusiones políticas ni mediática la Ley 13.982 -Ley de Personal de la Policía de la Pcia. de Bs.As-. Aunque aún no está reglamentada, la misma elimina la estructura que León Carlos Arslanián había puesto en funcionamiento en 2004 y regresa a la lógica antiquísima del doble escalafón -Oficiales y Suboficiales- y pese a que esta ley crea cinco escalafones diferentes, su lógica es la de estratificar, obturando, el desarrollo de la carrera policial.
La lógica intrínseca del doble escalafón
Para ingresar a la policía de la Pcia. de Bs.As había previstos, hasta 2004, algunos mecanismos históricos que estaban vigentes desde la creación misma de la policía provincial. Una posibilidad era ingresar a la Escuela de Oficiales, para ello se requería, entre otras cosas el título secundario o aceitados vínculos con los altos mandos policiales. Quienes no tuvieran el título secundario sólo podían acceder a la Escuela de Suboficiales. El ingreso a uno u otro escalafón dejaba al descubierto una estructura de ingreso estratificada según se tuviera o no los estudios secundarios completos. Desnudaba en verdad criterios básicos de ingreso que respondían a niveles de inclusión -o exclusión- y a razón de ello podríamos deducir que en verdad el segundo criterio que se ponderaba era la pertenencia social de cada postulante, hallando en la conclusión de estudios medios su indicador fundamental.
La estratificación en el ingreso a las escuelas de policía reaseguraba a su vez la misma situación en relación a las carreras profesionales ya que, los Oficiales de policía tenían muchas más posibilidades de capacitación, destinos políticos y jerarquías policiales por las cuales disputarse los espacios de poder. Mientras que los Suboficiales de policía estaban enmarcados en un trayecto de carrera que acortaba a la mitad su recorrido profesional respecto de la de los Oficiales, pudiendo acceder sólo a la mitad de las jerarquías, de menor rango e incidencia en la vida político/policial de la centenaria institución. Dicho diseño reproducía y aseguraba dos cuestiones elementales y funcionales a los intereses de la Casta de Oficiales:
 los altos mandos serían siempre y sin excepción cuadros Oficiales. Un Suboficial nunca llegaba a ser Comisario, nunca podía realizar los cursos de capacitación profesional que se requerían para acceder a tales cargos porque su escalafón era de menor rango. Por esos y otros dispositivos, los Suboficiales tenían inhabilitado el acceso a las jerarquías que eran privativamente para el escalafón de Oficiales.
 el rango de Suboficiales siempre estuvo destinado a realizar tareas de menor importancia: servicios de limpieza y mantenimiento en las comisarías o en otras dependencias policiales o tareas de menor relevancia en la faz operativa o en el funcionamiento administrativo de las comisarías.

La mirada reformista de Arslanián
En abril de 2004 y luego de los secuestros extorisvos seguidos de muerte que encontraron como víctimas a los jóvenes Juan Manuel Canillas (2002), Diego Peralta (2002) y Axel Blumberg (2004), arreció sobre la provincia de Bs.As una fuerte crítica política, instrumentada en el relato mediático, acerca de la política de seguridad pública que se venía desarrollando durante la gestión de Felipe Solá. El caso Blumberg fue el punto más álgido y disruptivo en esa línea. A raíz de ello y como parte de un acuerdo entre Kirchner, Duhalde y Solá, arribó a la cartera de seguridad el Dr. Arslanián quien imprimió a su gestión un tono claramente reformista caracterizado por medidas que estaban orientadas sustancialmente a modificar la funcionalidad operativa de la estructura policial, vigente hasta entonces, y a plasmar de manera inaugural un sentido específico sobre la institución policial, esta vez, en su faz organizativa y su funcionalidad orgánica. Algunas de las más relevantes son las que a continuación se mencionan:
 descentralización de las unidades departamentales
 creación y puesta en funcionamiento de la Policía Buenos Aires 2 -cuya formación teórica estaba a cargo de universidades nacionales por primera vez en la historia de la Pcia. de Bs.As-.
 creación y puesta en funcionamiento del servicio de emergencia 911
 creación y puesta en funcionamiento de las Policías Comunales.
 descentralización regional de la formación básica -cuya formación teórica estaba a cargo de universidades nacionales por primera vez en la historia de la Pcia. de Bs.As- y capacitación policial
 reactivación y revitalización de los Foros de Seguridad Vecinales, Municipales y Departamentales.
 creación de una estructura de carrera que pensaba la carrera policial sobre la base del desempeño por competencias y la capacitación profesional.
 se elevó el título de Oficial de Policía a Técnico Superior en Seguridad Pública
 eliminación del doble escalafón (Oficiales, Suboficiales) y creación de un escalafón de Oficiales unificado.



El escalafón único
Arslanián pulverizó ese doble escalafón y creó uno unificado partiendo del criterio que, desde 2004 en adelante y para ingresar a la policial provincial había que tener los estudios Secundarios o el Polimodal completo. Así, se elevaba de manera auspiciosa e inaugural el criterio de ingreso a la policía de la Pcia. de Bs.As., se fijaba un criterio que regulaba requisitos de ingreso hacia arriba.
Para quienes hasta 2004 no tenían el título Secundario y revestían en el escalafón de Suboficiales, se abrió la posibilidad de concluir dicho ciclo mediante un programa de terminalidad de estudios medios. La propuesta de finalización del secundario se planteó en el marco de una política educativa bonaerense que promovía la formación académica del personal policial que, por diferentes circunstancias, no hubiere concluido los estudios de nivel medio. Surgida en el año 2003, a través de la resolución nro. 3176/03, significó el desarrollo de acciones conjuntas entre el Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires y la Dirección General de Cultura y Educación. Para el Ministerio de Seguridad, la terminación del secundario tenía por objetivo generar oportunidades de acceso al sistema educativo de los efectivos policiales y valorizar la formación como un aspecto esencial del profesionalismo policial y el desarrollo personal.
Se salvaba así una deuda del Estado provincial con quienes por diversas razones no habían podido iniciar y concluir la escuela secundaria, fueran o no personal policial.
Mientras ello sucedía también se confeccionaba una estructura orgánica que pautaba un mecanismo de ascenso basado en el desarrollo de la carrera profesional a través de la evaluación del desempeño y las competencias en relación a una función específica. Se ponía fin a los ascensos que solo consideraban la antigüedad y el mérito excepcional demostrado en actos de heroísmo.
De allí en adelante todos los efectivos pasaron a denominarse Oficiales. Los Suboficiales dejaron de existir como tales y por tanto al haber un solo escalafón, todos los miembros de la institución policial alcanzaron los mismos derechos de carrera que hasta entonces estaban segmentados en el doble escalafón. Tuvieron acceso a las mismas nueve únicas jerarquías, a los mismos cargos, a realizar los mismos cursos de capacitación policial y sobre todo, todos y cada uno de los miembros de la fuerza tuvieron las mismas posibilidades de alcanzar los lugares más encumbrados, el grado más alto de la jerarquía policial dentro de la estructura orgánica de la policía provincial al tiempo que la reforma normativa los estimulaba y les decía que quienes más estudiaran serían quienes más probabilidades tendrían de cubrir los cargos que se ponían en disputa.

Los costos de esta ley
La Ley 13.982 vilipendia las iniciativas de los efectivos que iniciaron y culminaron la terminalidad del secundario entre 2004 y 2009 haciendo uso de un derecho que les era propio, de quienes realizaron los cursos de capacitación profesional que antes tenían vedados, pasa por alto la iniciativa política de la gestión anterior que era la consecuencia de un consenso político acerca de qué hacer con la seguridad pública bonaerense, que entre otras cosas democratizaba el acceso y la trayectoria policial como nunca antes se había hecho, mediante criterios inclusivos y democráticos, en relación y a la altura de los tiempos que transcurrían.
La vieja y pertrechada cúpula policial tomó esta ley como un gran logro, como una conquista simbólica de peso que según sus decires les restituye sus viejas jerarquías, “le levanta los brazos a la policía que estaba de brazos caídos” y pone de pie a una fuerza castigada y perseguida por el odio desmedido de Arslanián. ¿…?
Están chochos porque con la acangrejada ley volverán a llamarse y hacerse llamar, Subcomisario, Comisario, Comisario Mayor. Evidentemente una cuestión trascendente y fundamental a la hora de pensar en mejorar los umbrales actuales de seguridad pública bonaerenses.
¿Se estará pensando en volver a incorporar a postulantes sin estudios Secundarios completos? ¿Vuelven a estratificar la institución policial según criterios de clase y pertenencia social? ¿Quién le teme a una institución policial más democrática, plural, que estimule el estudio y el progreso de la carrera policial en razón del mérito, el desempeño, las competencias, la capacidad y no de la antigüedad y el amiguismo como era hasta antes de 2004? ¿Quien le teme a una institución policial más competitiva a la hora de pugnar por cargos, espacios y responsabilidades?
Si la ciudadanía reclama más seguridad y ese reclamo se constituye mediante un tandem que desde hace años se conoce a través de las encuestas de opinión, conformado por a) más policías en la calle pero también de b) policías mas profesionalizados ¿por qué entonces se obturan los instrumentos que llevarían a esos recorridos?
La lluvia de amparos, demandas y juicios que caerán sobre el estado provincial deberán costearse con fondos públicos, con recursos que bien podrían destinarse a mejores causas, por satisfacer y oír el lobby encaprichado de la cúpula policial que resiste la democracia como aquel perro de Goya que intentaba no ahogarse en el lodo que ya lo devoraba.

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